Roberth tiene 23 años y sufre de sordera desde su nacimiento. Vive en el norte de la ciudad y se ha convertido en símbolo de superación y rehabilitación gracias al programa municipal Por un Futuro sin Drogas.
Blanca es su madre y tiene 2 hijos más. Con lágrimas, recuerda la historia de dolor que vivió junto a Roberth desde el momento que ella y su familia se enteraron de la adicción a las drogas que padecía el joven. “La H lo consumía. Sentí que me desmoronaba, mi hijo lo veía flaco, enfermo lo llevé al médico pensando que estaba mal y no había sido eso, sino que él estaba consumiendo drogas. Todos sabían de su adicción, menos nosotros, su familia. Él se fue de la casa por 3 días porque discutió con su papá, fueron días llenos de angustia. En la noche me avisaron que lo habían visto por uno de los puentes de la Perimetral al sur intentando suicidarse, rápidamente fuimos a verlo y fue ahí que nos dijo que no podía más. Somos de escasos recursos y no podíamos costear su rehabilitación, pero una amiga me habló del programa Por Un Futuro Sin Drogas. Fuimos a la Clínica Móvil #30 y desde ese momento comienza su rehabilitación”, relató la señora.
Roberth sufrió de bullying a causa de su sordera, sin embargo, fue uno de los mejores estudiantes de su clase y asistía a la Federación Deportiva del Guayas donde se destacaba como un excelente futbolista. “Estaba cansado, me dolían mucho las burlas de mis compañeros me decían que no servía, que nunca iba a triunfar en la vida, que no debería estudiar, que era mejor que muera. Un día traté de ahorcarme con la hamaca de mi casa, pero mi hermana me salvó. Pero mi desgracia empezó cuando en el baño de la Federación un amigo me dio una sustancia blanquecina que estaba dentro de una fundita y lo inhalé con un sorbete pequeño. Así viví más de 2 años, me dolía ver sufrir a mi familia y pensé en suicidarme. Cuando me rescataron de la Perimetral dije y le rogué a mi madre que me ayude y fue ahí cuando conocí Por un Futuro sin Drogas, me atendieron, y me enviaron medicación, pero les pedí que me internen y de ahí ya son más de 16 meses que estoy limpio”, cuenta.
Un día recibió una llamada con la noticia de que fue incluido dentro del grupo de jóvenes para trabajar en el Empresa Pública de Vivienda donde ahora ejerce el cargo de digitador.
Ya son 4 meses que lleva Roberth laborando y demostrando no solo a su familia, sino al público que atiende a diario, que la superación y rehabilitación existe.